Es parte de la relación diaria de las personas adultas con sus hijos e hijas abordar la dimensión sexual de las personas de manera positiva y saludable, teniendo en cuenta los aspectos físicos, psicológicos y sociales de la sexualidad, trabajando la autoestima, así como aprender a valorar la diversidad, esa riqueza en la variedad de cuerpos, de maneras de ser y maneras de entender la sexualidad y las relaciones.

Y para lo cual, tienen que recibir una educación afectivo sexual sin tabúes, no sexista, no realizar diferencias entre el placer de los niños del de las niñas

Construcción de unas relaciones saludables, satisfactorias, responsables y no discriminatorias por razones de género u orientación sexual. En definitiva, la educación afectivo-sexual tiene que promover una resolución satisfactoria de nuestras necesidades de intimidad y vinculación.