Mar Romera y “La familia, la primera escuela de las emociones”

 

La familia es la primera escuela de las emociones. Depende de las madres y de los padres que nuestros hijos y nuestras hijas conozcan sus emociones, aprendan a gestionarlas y practiquen el autocontrol para evitar que las “emociones inoportunas” acaben dominando la situación, en vez de ser ellos y ellas quienes decidan como actuar. “Es imprescindible que el ser humano sienta el miedo, la ira, el enfado, el asco… y que sepa cuándo los siente, por qué los siente y qué utilidad tiene sentir todo esto. Tenemos que sumergirnos en todas las emociones”, asegura Mar Romera, psicopedagoga y experta en inteligencia emocional. Romera, docente andaluza que ha ejercido en escuelas, institutos y en la Universidad, es una firme defensora de la infancia y, el pasado 29 de marzo, ante una audiencia formada por unas 300 personas, explicó cuál es la importancia de las emociones y por qué debemos las familias evitar la sobreprotección y provocar el conocimiento de todas estas.

FAMPA-Valencia, con la colaboración de la Asociación de Directores de Infantil y Primaria del País Valenciano (Adip-PV) y la Confederación de AMPA Gonzalo Anaya, manifestando el cariz de comunidad educativa y dentro de la campaña de defensa de la escuela pública, organizaron la jornada “La familia, la primera escuela de las emociones”, un acto que duró unas tres horas y que generó mucha expectación y muy buenas críticas.

Mar Romera es una reconocida ponente. Preside la Asociación de Amigos de Francesco Tonucci y, al igual que el pedagogo italiano, defiende la participación de los niños y de las niñas en la vida y en la gestión pública, así como que las ciudades se adapten a la medida de los niños y las niñas “porque así todos salimos ganando”. Las inscripciones en la jornada de Mar Romera se agotaron una semana antes del acto, y la andaluza no defraudó. Con pasión y experiencia, despertó la admiración de la audiencia.

“Aprendemos por admiración”, indica. Y es que, según asegura, la admiración, la curiosidad, constituyen el primer pilar del aprendizaje: “No entrenemos a nuestros hijos ni a nuestros alumnos para responder; la educación del siglo XXI será aprender a preguntar”. La admiración lleva al aprecio, el segundo pilar del proceso de aprender; y el aprecio al tercer cimiento: la seguridad. “La seguridad me lleva al riesgo, me permite jugar sin miedo a equivocarme. Sin riesgo no hay reto y sin reto no hay aprendizaje”. Finalmente, el cuarto y último pilar del aprendizaje es la alegría, “un barniz que ayuda a consolidar aquello aprendido”, describe Romera.

Las emociones motivan y posibilitan el aprendizaje. Y son también un salvavidas: “Las emociones han sido siempre las respuestas adaptativas y químicas del ser humano para la supervivencia. Sumergirnos en las emociones significa salvarnos la vida”, asegura. La sobreprotección, tan generalizada en este tiempo, impide a los niños y a las niñas conocer las emociones y generar mecanismos de autocontrol y de autodefensa. “Siempre que evitamos emociones a nuestros hijos estamos inutilizando su musculatura emocional”, señala.

Mar Romera pidió a toda la audiencia, formada por madres y padres, docentes, educadores y alumnos de Magisterio mayoritariamente, a que “tengamos claro cuál es el Norte cuando hablamos de educación: solo hay un Norte y son las niñas y los niños”.

Estas ideas y otras muchas de las compartidas en la jornada las podéis ver en estos videos sobre la jornada:

Jornada Educació Emocional

Jornada Educació Emocional resum

 

 

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